LO QUE HACEN LAS MADRES CUANDO NADIE LAS VE
Suena
el despertador a las 7.45. Me fui a la cama la última, poniendo a
punto el salón para encontrármelo por la mañana ordenado y que mi
cerebro pueda estar tranquilo. Antes de llamar a mi hija mayor, me
ducho y visto y preparo todo, desayuno, preparo algo para que coma en
el cole, lo que necesito para llevarme al trabajo. Todo esto echando
un ojo cada dos por tres no vaya a ser que la pequeña se caiga de la
cama. Llamo a la mayor, se viste y desayuna, saco a la pequeña
dormida de la cama, a la mochila. Sigue dormida por el camino, menos
mal. Salimos con tiempo para ir al cole paseando y que sea un inicio
de día agradable. ¡Lo conseguimos! Llegamos puntuales :-) Vuelvo a
casa, la peque sigue dormida en la mochila, me siento en el sofá y
tengo la tentación de ponerme a mirar el móvil pero decido respirar
y observar mi cuerpo mientras sigo siendo su cama, las dos pegadas,
respiración acompasada. Penetro el instante. Se despierta, cojo lo
necesario y salimos otra vez hacia la consulta. Preparo todo para
recibir a las personas que vienen a terapia. Mi suegra se queda con M
mientras yo trabajo. Al salir voy pitando al cole a por la mayor, por
el camino M se vuelve a dormir y yo subo cuesta arriba con ella y
empujando el carro que me he llevado para que Abu pueda pasearla (Abu
no está para trotes aunque ya quisiera yo su vitalidad cuando tenga
75). Recojo a la mayor, salimos tranquilamente del cole, juega con
sus compis, bebe agua en la fuente grial, se mojan, se ponen el babi
de capa, se enfadan, quiere irse a casa de su amiga, etc. Bajamos la
cuesta, llegamos a casa y pongo música de " sonidos de la
naturaleza" M ya se ha despertado, poco antes de llegar a casa y
nos sentamos las tres en el suelo. Bien, tranquilas, hasta que M
empieza a trepar por mi espalda, H se enfada porque no sabe montar un
camión que acaba de desmontar. Yo tampoco sé. Una por arriba, otra
por abajo, menos mal que suenan los pajaritos. Vamos, que viene Abu
para llevarte al cole (jornada partida). Llanto, no
quierooooooooooooooooo, a pesar de que ella misma se lo había pedido
el día anterior. Se nos echa la hora encima y aún no ha comido.
Suerte que la comida está lista y es de su agrado. Cole por la
tarde. Mientras, me tumbo con M y le doy teta a la vez que escribo en
IG. Se duerme y yo lo intento pero no puedo, al menos me relajo un
poco. Ah, anoche me desperté 4 veces por lo menos, a atender a
ambas, cada una su necesidad. M toma teta cada tantito. Aprovecho que
M duerme para escribir en el blog. A los pocos minutos se despierta.
En un santiamén pongo la almohada a modo de mesa, ella encima de mi
a la teta y continúo escribiendo. Falta media hora para que salga la
mayor del cole y voy a por ella. Lo que sigue es que iremos al parque
un buen rato. Hay que aprovechar el sol y las buenas temperaturas,
que juegue, disfrute. Cuando llegue su papi, quizá me voy a trabajar
un rato a casa pero hay que hacer la compra y cocinar para cenar y
comer al día siguiente. Y jugar y ordenar en casa. Y contar cuentos.
No dejo de dar teta durante todo el día. En algún momento haré
hipopresivos y sentadillas, no sé si hoy me tocan pesas. A estas
horas aún no he comido, menos mal que mi suegra nos invitó a un
buen desayuno con tortilla francesa y café. Son las 16.30h.
Un
ejemplo de un día cualquiera. Amamantando constantemente, mi cuerpo
disponible y entregado a otro ser que me necesita para sobrevivir. Y
mi presencia (también mi cuerpo pero ya a otro nivel) disponible
para una niña de 4 años que está aprendiendo a regularse
emocionalmente (¿sabemos los adultos?) y necesita a una madre y un
padre lo más despiertos posibles. Estas últimas líneas las escribo
cuando son las 23.17, se acaba de dormir M. H un poquito antes. Se
dormía encima del plato en la cena y se fue corriendo a la cama
porque tenía mucho sueño. Pero al contar el cuento de las 3 sirenas
dijo que ya se le había pasado el sueño y que tenía mucha hambre.
Paciencia, entrega, atención. ¿Cómo ir regulando mis emociones?,
¿cómo lidiar con el cansancio evitando que me haga reaccionar más
de lo que me gustaría y peor?
A
veces lo más sencillo es lo que mejor nos funciona. Gracias Clau.
Mirar sus manitas, la inocencia y pureza de sus intenciones. Recordar
que dentro de poco echaremos de menos esa particular manera de ser de
la infancia, con su caos, la diversión, el asombro que la acompañan.
Aprovechar cada situación para dar lo mejor de nosotras, yendo más
allá de las demandas de nuestro propio ego, sin dejarnos someter por
él, haciéndole un guiño: esta vez no. Ayudo a cortar unos
pimientos para la comida de mañana y continúo. Lo hago porque hoy
sí, el escritorio está despejado y tengo espacio para sentarme a
escribir. La limpieza y el orden también me abren el espacio
interior necesario para inspirarme y sentir paz. Son las 23.32, tengo
ojeras, bastantes cosas pendientes y la sensación de haber vivido un
día de verdad. Una vida de verdad. Me asomo a mirarlas, en un rato
me uniré a ellas y me despertarán, una y otra vez para seguir
alimentando a la vez que yo alimento mis noches con el silencio, los
masajes que me doy en la cara, mis manos calientes en mi vientre
recordando cuando había vida dentro de él. Y si se me concede, la
gratitud por el día vivido. Un día de verdad. Ya me llaman. 23.38.
¿Dónde empieza y dónde acaba tu día?
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