Viaje al interior




Luz, colores, caricias, cuidado, atención. "Amar es atender", escuché decir a Pablo d'Ors. 
Sonrisas, complicidad, apertura, emoción, ganas de compartir, expresión. Cobertura. Envoltura, cápsula de amor y protección. Sanar, recuperar, regresar...

Es difícil resumir todo lo que acontece en un encuentro así, elijo estas palabras para describir lo que se vivió, lo que yo sentí, lo que ellas y ellos compartieron de su sentir.

Jugar no es tan sencillo, lo difícil es permitirse jugar y expresar con tanto bloqueo y condicionante que anuda nuestro interior.

Mi intención en este taller era precisamente fomentar la expresión libre. Es lo que vengo haciendo ya muchos años con los niños y niñas con los que trabajo. Esta vez se trataba de recuperar a nuestra niña y niño interior. Rescatar esa parte que late en nosotros y que se manifiesta a cualquier edad, aunque seamos adultos. 

¿Cómo podríamos cuidar a un niño o una niña si no podemos cuidar de esta parte nuestra?
¿Cómo atenderemos sus necesidades y anhelos si obviamos los propios?.

Puede suceder que dejemos sueños y anhelos por el camino, que los dejemos caer o los silenciemos por pensar que no son importantes, que los soñadores no tienen espacio en este mundo, que es mejor ser alguien práctico y "sensato" que vivir en "la luna".

¿Qué es ser sensato y qué es vivir en la luna?.

Siento que un viaje "a la luna", entendido como un viaje a nuestro corazón, a nuestro ser más profundo y auténtico, puede ayudarnos a desvelar quiénes somos, qué necesitamos, por qué estamos aquí y para qué. Este viaje dura toda la vida pero lo cierto es que cuando lo inicias, cuando decides recuperarte, ya no hay marcha atrás, no hay billetes de vuelta, el camino sólo tiene una dirección: Tú mismo. Dios. La realidad. (*)

 En el taller del que os hablo emprendemos un viaje hacia nuestra infancia, hacia nuestro corazón. Lo hacemos con una visualización. Encontramos luces y sombras y dejamos que la vida aflore. Damos expresión a lo que viene a nosotr@s a través de objetos que simbolizan cosas diferentes para cada una. O a través de nuestro propio cuerpo, de nuestra voz. Me maravilló ver a una mujer envuelta en una tela de seda y acariciándose con una pluma. Esa era su expresión, ese era el regalo que quiso hacer a su niña interior. A su corazón.

Otra mujer me contó que le había encantado jugar con conchas, piedras y estrellas de mar, pues no había podido hacerlo hasta los 17 años. Y ahora con sus hijas disfruta muchísimo en el mar buscándolas.

Cada persona decidió dedicarse un tiempo para explorar y dar forma a su interior. 
Todos tenemos joyas maravillosas dentro de nosotros y nosotras. Ojalá descubramos cuál es su color, su música y su don.

(*) Yo sólo he decidido emprender el viaje a Itaca. 

Natalia N.*lqc


Cuando emprendas tu viaje a Itaca 

pide que el camino sea largo, 
lleno de aventuras, lleno de experiencias. 
No temas a los lestrigones ni a los cíclopes 
ni al colérico Poseidón, 
seres tales jamás hallarás en tu camino, 
si tu pensar es elevado, si selecta 
es la emoción que toca tu espíritu y tu cuerpo. 
Ni a los lestrigones ni a los cíclopes 
ni al salvaje Poseidón encontrarás, 
si no los llevas dentro de tu alma, 
si no los yergue tu alma ante ti.

Pide que el camino sea largo. 

Que muchas sean las mañanas de verano 
en que llegues -¡con qué placer y alegría!- 
a puertos nunca vistos antes. 
Detente en los emporios de Fenicia 
y hazte con hermosas mercancías, 
nácar y coral, ámbar y ébano 
y toda suerte de perfumes sensuales, 
cuantos más abundantes perfumes sensuales puedas.
Ve a muchas ciudades egipcias 
a aprender, a aprender de sus sabios.

Ten siempre a Itaca en tu mente. 

Llegar allí es tu destino. 
Mas no apresures nunca el viaje. 
Mejor que dure muchos años 
y atracar, viejo ya, en la isla, 
enriquecido de cuanto ganaste en el camino 
sin aguantar a que Itaca te enriquezca.

Itaca te brindó tan hermoso viaje. 

Sin ella no habrías emprendido el camino. 
Pero no tiene ya nada que darte.

Aunque la halles pobre, Itaca no te ha engañado. 

Así, sabio como te has vuelto, con tanta experiencia, 
entenderás ya qué significan las Itacas.

C. P. Cavafis. Antología poética. 

Alianza Editorial, Madrid 1999.
Edición y traducción, Pedro Bádenas de la Peña



Natalia 
 lunes, 4 de agosto de 2014

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