Las madres

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No me pasa mucho pero hoy me ha vuelto a suceder: el Hogar ha venido a visitarme. Llega tímido, silencioso, casi entra de puntillas y al principio no me entero de que está aquí. Me doy cuenta cuando de pronto, escucho al pajarillo cantar en el jardín. O tengo una sonrisa dibujada en mi cara. Cuando no me enfado por tener que cocinar otra vez y dejo de quejarme por lo difícil que es criar en una ciudad como Madrid.

Me ha traído una sensación de calma, como si se parara el tiempo y no hubiese planes que hacer (qué descanso para una planificadora como yo)

Cómo me gustan estas visitas inesperadas, que me traen agua de lluvia, viento suave que acaricia y pies en tierra. Cuánto bien me hacen, ojalá se repitan más a menudo para recordar cómo saborear lo real.

Hoy he hecho Hogar con un amigo que me encontré, con mi vecina de casi 100 años, con la mamá del parque y las abuelas que crían a sus nietos cuando las madres no están. Y es que cuando tienes hijos el Hogar es necesario, dentro y fuera de casa. Y me entristece pensar que el afuera está montado de forma que recuerda al anti-hogar. ¿Qué podemos hacer para sentir calor en una ciudad inmensa, con distancias imposibles que nos separan de los amados?,¿Qué puedo hacer yo para que mi hija no se contagie de ese frío y que vea esperanza en los ojos del metro? En esas estamos...viendo lo que falta en el barrio y esperando que se abran puertas. Sin grandes pretensiones (no voy a cambiar el mundo), sin cejar en el empeño (probando en la asociación de mi barrio), empezando por mí.  

El Hogar viene con más fuerza desde que nació Hamida: ¿será que ella me recuerda el hogar primero que mi madre creó para mí, el tiempo que dedicó a cuidarme, el esfuerzo que hizo, las noches sin dormir, los primeros e intensos tiempos de vínculo, calor, piel con piel, abrazo y otoño?.

Para ser madre hay que tener cierta esperanza en un mundo mejor. Hay que confiar en lo sutil, en la maternidad cósmica, la que a todos nos sostiene ("en ella somos y nos movemos") y de la que nos hablaba Mardia en su charla), hay que poder abrirse al Misterio, hay que quitarse de en medio para dejar entrar a la Verdad.

Para criar hay que tener los pies en la tierra y el corazón en el cielo.

Las madres mueven el mundo.


Natalia Navarro García




Comentarios

  1. Oooooo q belleza en unas palabras q como mariposas llegan te acarician, se posan en calma y revolotean removiendo otro corazón de madre..Q a kilómetros de ti y tu cachorrita y sin conocerte, siente lo mismo 😊

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  2. :-) Gracias Mar, tú también has llegado como mariposa a mi ventana , Un abrazo!

    Qué bonito tu mensaje, de corazón de madre. Gracias por pasarte por el blog y dejar tu comentario. Me hace mucha ilusión.

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