Atender todo


Atender todo lo que es



Amamantar a un bebé recién nacido, de meses, requiere poner todo tu ser a su disposición. Entregar tu cuerpo y tu alma. A veces, mientras doy teta a mi hija, aprovecho para responder algún mensaje o cotillear Facebook y siento que no me gusta. Me permito esa forma de alimentar, claro que sí, porque no consigo estar atenta y presente durante 24 horas al día. Pero me gustaría. Cuando lo estoy, mi alma descansa. Y eso lo noto y mi hija también.

Cuando alguien requiere de ti tanto es fácil en algún momento ( o muchos) querer salir corriendo, casi sin darte cuenta, a hacer todas las cosas que tienes pendientes. Y es que, ¿qué supone entregarse a otro ser humano?, ¿cómo hacerlo sin perderse a una misma?

Me he levantado para traer junto a mi unas ramas de lavanda que ayer cogimos mi hija y yo y las hemos puesto en agua. Me fascina la lavanda, su color, el olor que desprende...

Y regreso a la pregunta, ¿cómo entregarse a otro ser humano sin perderse a una misma?, ¿cómo dedicarse a lo de una si el otro ser humano, tu amado hijo, tu amada hija, te necesita para vivir?

La lavanda me ayuda a volver a mí. Es un arte el maternar y una ventana hacia el océano del Amor. Si estamos atentas. Siempre se requiere la atención. Para estar atenta necesito estar a una sola cosa: ¿¿cómo?? Con todo lo que hay que hacer: emprender, traer dinero a casa, poner lavadoras, limpiar, comprar, llevar y recoger a mi hija del colegio, jugar, acompañar en el baño y dientes-pis-cuento-dormir, etc. cuidar de la más pequeña, cambiar pañales, tomar el sol.
Estar a una sola cosa. ¿Qué quiero en mi vida? Deseo conocerme. Liberarme de neurosis y encarcelamientos. Estar alegre (nada de pensamiento positivo y mensajes de amor abstracto)ser feliz. Ofrecer a mis hijas una buena educación y mejor ejemplo. Todo ello se resume en mi deseo de conocerme. Este deseo acoge en su seno a todo lo anterior. Sin conocerme seguiré mona saltimbanqui y no podré llevar a mis hijas a beber de la fuente de Agua Viva. 
Y si tengo este deseo ¿por qué sigo escapando?,¿por qué en el fondo tenemos miedo a conocernos? En nuestro interior habita todo. Y habitamos todas las que somos, con un poco de suerte, todas las que somos estamos más o menos ordenadas y localizadas. Este es un primer paso, generar espacio para que cada una se exprese y pueda vivir en su lugar, dar a cada una el lugar que le corresponde y apelar a la parte más sabia para que organice y se ocupe del Hogar interior.
El Hogar interior necesita mucho amor y mimo, el olor a lavanda, las miradas de aceptación, el compromiso con el orden, la alegría de vivir. Cambiar la mirada ayuda a que el polvo se vaya limpiando, los trastos se tiren a la basura, se de luz a rincones que estaban ahí inutilizados y ahora desean brillar.

Y es entonces, al cambiar la mirada, que descubres que maternar no pesa tanto, que la danza de amor entre madre y bebé es perfecta y necesaria. Que la madre necesita a su bebé y el bebé necesita a su madre. Y entonces entregarte no duele tanto porque también has entregado a otros responsabilidades que se pueden compartir. Y has aprendido a centrarte en lo esencial. Y te has quitado de encima ( o en ello sigues) "deberías", "tengo que", "y sis"...
Cambiar la mirada es girarla en realidad a tu corazón para descubrir ahí quién eres y qué deseas aportar a la Vida. E ir desechando poco a poco lo que no eres y aquello que te aleja de la fuente de Agua Viva.

Lo que no somos es lo que nos pesa, no la maternidad. Lo que no somos es lo que nos desgasta, lo que nos roba tiempo, lo que nos aleja del amor.

Natalia Navarro
"La que cuida" 


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